Apunte biográfico In Memoriam de Odón Alonso

Apunte biográfico de Odón Alonso

Fernando Pérez Ruano (Biógrafo del Maestro Odón Alonso)

(Publicado en el Programa del OMS de 2011)

Odón Alonso con los Duques de Soria y el alcalde, Carlos Martínez

 Queridos sorianos y amigos del Otoño Musical Soriano:

Cuando me puse a redactar estas líneas biográficas sobre el maestro Odón Alonso una gran incertidumbre me sobrecogió: ¿Qué puedo yo decirle a los sorianos y a los amigos del Otoño Musical Soriano sobre el maestro Alonso que ellos, a estas alturas, ya no sepan?

Durante dieciocho años han sido ustedes testigos del hacer musical como artista, como director y como programador y gestor de una de las más grandes figuras de la música española de la segunda mitad del siglo XX. Han podido disfrutar de su exquisito gusto por la música que en cada edición del Otoño Musical trató de transmitirles a través de uno de los festivales más plurales e interesantes de cuantos se han creado en España en los últimos setenta años y, por si fuera poco, dado el carácter afable del maestro, también han podido apreciar su siempre agradable y educada conversación, su inherente y elegante sencillez y discreción, y sus otras muchas virtudes que en lo personal el maestro atesoraba. De manera que, escribir sobre el maestro Alonso para un público que conoce tan bien al artista, al director, al músico y a la persona, es una responsabilidad que asumo con gusto en esta ocasión que tanta importancia tiene y tantos sentimientos suscita en mí.

El maestro Odón Alonso Ordás nació el 28 de febrero de 1925 en la localidad leonesa de La Bañeza. Desde muy niño mostró una natural disposición hacia la música que guiado de la mano de su padre, hombre muy aficionado a la música y con un saber y un sentir musical excepcionales, dio en consecuencia que el maestro Alonso creciera amando la música en sus diferentes vertientes, estilos y géneros.

Su formación musical se fundamentó en el piano aunque también estudió violín, cantó como tenor en el Orfeón que dirigía su padre y tocó la guitarra en sus años de juventud en la orquestina de baile Davalillo y su quinteto y la vocalista Charito Solar.

Siempre de la mano de su padre, a quien se le conocía popularmente como “maestro Odón”, fue cultivando su gusto, su hacer y su formación musical a la vez que lo simultaneaba con los estudios ordinarios culminando estos con el bachillerato y el entonces llamado “Examen de Estado” que posteriormente le permitirían, una vez concluidos sus estudios musicales, ingresar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid (hoy Universidad Complutense).

Sus estudios musicales los realizó en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid como alumno libre y los terminó como alumno oficial. Obtuvo siempre las más altas calificaciones y en el último curso fue distinguido con el “Diploma de primera clase” en Piano y en Música de Cámara y también obtuvo el “Premio Extraordinario” del Conservatorio en ambas disciplinas en ese mismo curso académico 1948/49.

Sus comienzos profesionales en la música fueron como pianista, alternando sus interpretaciones en el seno de la música de concierto con la de los cafés, los salones de té y las boîtes más selectas de Madrid, pero pronto adquiriría mayores responsabilidades musicales cuando en 1950 asumió la dirección del Coro de Cámara de Radio Nacional de España en Madrid, en 1953 fue nombrado director titular de la Orquesta de Solistas de Madrid y cuatro años más tarde, en 1957, ocuparía la dirección musical del Teatro de la Zarzuela de Madrid, entonces propiedad de la Sociedad General de Autores de España. También desempeñaría tareas musicales en la radio donde actuó como intérprete de piano, haría los comentarios a los contenidos de algunos programas musicales y realizaría las primeras grabaciones discográficas. En estos años también amplió estudios de dirección de orquesta en Siena, Viena y Salzburgo y dirigió a varias orquestas españolas, incluida la Orquesta Nacional de España al frente de la cual se puso por primera vez el 4 de abril de 1956, y actuaría, además de en numerosas ciudades españolas, en Siena, Guatemala, Viena y Nantes estrenando casi una veintena de obras de Joaquín Rodrigo, Cristóbal Halffter, Miguel Alonso y Luis de Pablo, entre otros compositores españoles, y de Stravinsky, Dallapiccola, Britten, Ginastera, Petrassi y Schoenberg.

Con un futuro prometedor y un bagaje profesional ya estimable, en 1960 el maestro Alonso fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Madrid al frente de la cual realizaría una importante labor artística y pondría en los atriles de la orquesta más de ochenta nuevas obras de autores españoles y extranjeros; dirigió a las principales orquestas españolas y en los principales auditorios y salas de concierto de Nápoles, Nîmes, Montpellier, Besançon, Lyon, Kingston, Buenos Aires, Oporto y México.

También es destacable la labor artística desarrollada en el seno de la Semana de Música Religiosa de Cuenca en la que realizó numerosos estrenos absolutos y otros tantos estrenos en España de obras religiosas de todas las épocas.

En 1968 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión Española, responsabilidad que compartiría con el maestro Enrique García Asensio durante dieciséis años. Al frente de esta orquesta el maestro Alonso estrenó más de ciento veinte obras de compositores españoles y extranjeros, prestándole una especial atención a la música española; realizó algunos de los más atrevidos y comprometidos estrenos y ofreció un considerable número de conciertos por toda España, además de hacer dos giras por Estados Unidos. También dirigió a todas las orquestas españolas y, en calidad de director invitado, actuó en las principales salas de conciertos de América y Europa, e igualmente dirigió a un buen número de orquestas del panorama sinfónico internacional.

En 1986 tomaría la dirección de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y del Festival Casals, permaneciendo al frente de ambos durante seis años y ofreciendo con la Sinfónica puertorriqueña más de un centenar de conciertos a los que deben sumársele los que dirigió con diferentes orquestas españolas y extranjeras.

En 1993 puso en pie el Festival “Otoño Musical Soriano” que desde su creación sería una de las actividades musicales que con más ilusión y con más cariño realizara. Pero me permito avanzar cronológicamente en el hacer artístico del maestro Alonso, ya que más adelante volveré sobre el festival soriano, con el fin de hacer mención al periodo comprendido entre 1995 y 1999 en el que fue director titular de la Orquesta Sinfónica

Ciudad de Málaga y durante el cual también ofrecería conciertos dirigiendo a varias orquestas españolas y a algunas extranjeras, aunque bien pude decirse que esta fue una etapa más localista en cuanto a su hacer internacional se refiere.

El maestro Alonso grabó para diferentes sellos discográficos las obras capitales del repertorio sinfónico y sinfónico-coral, además de prestar una especial atención a la música de su tiempo, a la de autores españoles y a las grandes obras del repertorio. Los Gurrelieder de Schoenberg o la Sinfonía Turangalila de Messiaen, Los colores de la Ciudad Celeste también del mismo autor, Las Vísperas de Monteverdi y La Pasión según San Mateo son algunas de las obras que mostraron el personalísimo sello artístico del maestro Alonso. Fue titular de la Cátedra de Ópera y Oratorio de la Escuela Superior de Canto de Madrid y también hizo una pequeña incursión en el mundo de la creación musical componiendo las bandas sonoras de seis películas.

El maestro Alonso Ordás fue galardonado en numerosas ocasiones y distinguido con diferentes menciones y condecoraciones de las cuales me permito destacar: la Medalla de las Bellas Artes en su categoría de Oro, concedida a propuesta de la Ministra de Cultura, doña Carmen Calvo Poyato, previa deliberación del Consejo de Ministros de fecha 13 de mayo de 2005; la concesión del nombramiento de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras por parte del Ministerio de Cultura de la República francesa en 1978; la concesión por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Chancillería de las Órdenes, de la Encomienda de número de la Orden de Isabel la Católica en 1988; la Proclama del Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, promulgada de acuerdo con la ley, declarando a Odón Alonso hijo adoptivo de Puerto Rico en 1992; la concesión del Premio Larios a la interpretación musical de la C.E.O.E. (Fundación Confederación Española de Organizaciones Empresariales) en 1998 por su especial dedicación y promoción de la música de nuestro tiempo y su concepción artística en la interpretación de un amplio repertorio que abarca los más variados géneros líricos y sinfónicos; la concesión de la Medalla de la Universidad Complutense al Mérito Artístico y Cultural en 1995; la distinción de Ciudadano de Honor de Kansas City Missouri en 1975 y, entre otras, el nombramiento de “Hijo adoptivo de la ciudad de Soria” en febrero de 1995, acuerdo que el Ayuntamiento de la ciudad adoptó por unanimidad de los presentes en el Pleno Ordinario del día 9 de febrero de ese año.

De nuevo vuelvo al Otoño Musical Soriano, festival del que ya dije antes que sería una de las actividades musicales que con más ilusión y con más cariño realizara desde su creación. Unido a Soria desde mediados de la década de los años cincuenta a través de Julián Marías y su esposa, Dolores Franco, hermana de su mujer, Gloria Franco, el maestro se consideró soriano de vocación en una tierra en la que hizo muchos amigos.

Seguro estoy que aún resuenan en la memoria de algunos de ustedes las ilusionadas palabras que el maestro escribiera para la primera edición del festival en 1993:

“Las razones que justifican el organizar un festival en una ciudad que como Soria tiene ya alguna vida musical a lo largo del año son numerosas, siempre que partan de la idea de conseguir un acontecimiento que no signifique “algo más de lo mismo” que acontece a lo largo del año. Partiendo de esta premisa creo que la idea básica debe ser: Agrupar en un periodo de tiempo para la atención exterior sobre un acto soriano, un conjunto de valores suficientemente interesantes para que puedan ser exportados de la provincia y realizar una programación de acuerdo con las características del ambiente y su idiosincrasia […] La indudable resonancia poética que es cualidad soriana debe ser, yo creo, la identidad de su festival.”

 Su inquietud y su ilusión por el festival se hacían patentes en las notas que el maestro escribía para el programa de cada edición en los primeros años, y el orgullo y la satisfacción emanaban de las de los años sucesivos cuando comprobaba su consolidación y la aceptación del mismo por parte del público soriano, a quien se dirigiría en la décima edición de 2002 de esta manera:

“Me siento orgulloso y feliz de querer a un pueblo que tantas pruebas me ha dado de sensibilidad y de cariño por la música.”